Caperucita rosa

sábado, octubre 20


Queridos amigos virtuales,

Aunque debo confesar que estaba nerviosa, me obligué a serenarme. Antes de salir, ajusté un último complemento en mi escote: una rosa con tantos pétalos rojos como inquietudes atravesaban mi cuerpo. Era la única nota de color sobre mi negro atuendo. Rojo pasión sobre oscuridad, decidí titularlo mentalmente.

Confiaba en que todo saliera bien, si no, estaba segura de que sería el fin de una era, mi fin en la alta sociedad. Aunque no caería sola. Oh, sólo con pensarlo mis vellos se llenaban de indignación alzando al cielo su rostro. No podía fallar, esta vez no, queridos.

A pesar de mis temores, me sentía tan viva y llena de colores como una mariposa recién salida del capullo de seda. Imaginé que ésta era la emoción que debía recorrer las medias de Mata Hari cuando estaba a punto de enfrentarse a una misión peligrosa y secreta.

El coche llegó puntual al internado, exactamente a la hora que indicaba la nota. Su conductor, un hombre corpulento y masculino vestido con un traje azul marino, salió y me abrió la puerta con caballerosidad, invitándome a subir, pero antes me besó la mano acompañando su gesto con una mirada juguetona. No dijo ni una sola palabra, ni entonces ni en el transcurso del trayecto hasta nuestro destino. Y las escasas veces que intenté indagar a dónde nos dirigíamos obtuve otra maliciosa mirada como única respuesta.

Lo cierto es que su actitud me estaba poniendo, por un lado, cada vez más nerviosa y alterada, pero por el otro también estaba resultándome sorprendente y excitante. En más de una ocasión me descubrí mirando la nuez que sobresalía de su cuello envuelto en aquella elegante corbata. Y aunque debo reconocer que su atuendo era impecable, el hecho de que no se hubiera afeitado la barba le daba un contraste de lo más sugerente. Estaba claro que los malditos duendes de la lujuria habían decidido hacer acto de presencia y daban brincos sobre la tapicería.

Cuando el coche avanzaba por una carretera que se internaba en el bosque, varios interrogantes se deslizaron bajo mi pamela: ¿y si Robert se había vuelto loco y había decidido secuestrarme para convertirme en su juguete personal?, o peor aún, ¡¿y si era un asesino psicópata o un coleccionista de amantes?! Oh, queridos, además nadie sabía dónde estaba yo y ni siquiera llevaba conmigo mi estiloso teléfono móvil.

El miedo se añadió al cóctel de emociones que ya vibraba dentro de mí.

—Hemos llegado —dijo al detener el coche frente a una casa de madera. A la luz de la luna, la casa parecía salida de un cuento de los hermanos Grimm, y me resultó evidente que éramos como una versión, desde luego llena de estilo y glamour, de caperucita y el lobo feroz—. Adelante.

La casa resultó ser muy acogedora. La chimenea caldeaba el ambiente y frente a ella había una mesa preparada para dos con gusto exquisito. Todo estaba en su sitio. El menú que deleitaría a mi paladar consistía en un delicioso asado acompañado de patatas acarameladas y aderezado por un tinto excelente, y como postre una fondue de chocolate con frutas. Pero aun completamente alucinada con las dotes culinarias de Robert, había algo por lo que no dejaba de sentirme como Gretel en la casa de la bruja…

Infinitamente vuestra, y suspicaz
Pamela

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Diamantes... 3

  1. Escrito por Anonymous Anónimo

    sábado, noviembre 24, 2007 11:52:00 a. m.

    Sangría de Rubíes está en un delicado momento, no sabe si volver a su mundo de sangría o bien renovarse cuerpo y prótesis.

    Envía SANGRÍA.SÍ si quieres que Sangría vuelva a beber su preciado brebaje, pero si prefieres que deje de beber envía SANGRÍA.NO en los post de martinidediamantes

    Tú decides. Esto es la vida en rosado

     
  1. Escrito por Anonymous Anónimo

    jueves, diciembre 13, 2007 8:09:00 p. m.

    SANGRÍA.SI

     
  1. Escrito por Anonymous Anónimo

    viernes, diciembre 14, 2007 10:56:00 a. m.

    SANGRÍA.SÍ

     

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