Duendes perversos
domingo, marzo 9
No volví a ver a Václav. Supuse que tendría ocupaciones que no podía abandonar, y lo cierto es que yo necesitaba tiempo para meditar sobre los últimos acontecimientos de mi vida, así que durante dos semanas me dediqué a pasear por las calles de Praga intentando encontrarme de nuevo a mí misma, aunque debo reconocer que sin demasiado éxito.
Pensé mucho en lo ocurrido en la joyería. El ataque de ira por el que me vi poseída me resultaba más preocupante cuanto más lo recordaba, sobretodo porque estaba segura de que no era fruto de un acto de heroicidad. ¡Qué hubiera pasado si aquél delincuente hubiera usado su arma contra mi delicado cuerpo! Esta falta de control me parecía un indicio claro de que algo no andaba bien dentro de mí. Una semilla había crecido bebiendo el agua de la furia en Barcelona, día tras día, hasta convertirse en un pequeño huevo de Fabergé del que había nacido una criatura vil y perversa que debía ser arrancada de raíz.
Debía restaurar el equilibrio de mi aura y recuperar la dulzura original de mi maravilloso ser, sólo que no sabía cómo. Sabía cuál era la puerta que tenía que cruzar, pero no conseguía dar con la llave de oro que la abría.
Pasaba los días caminando sin cesar hasta que se desgastaron imperdonablemente las suelas de mis preciosos manolos rosas. Y cuando me cansaba de andar, me sentaba a ver la gente pasar humedeciendo mis labios con una copa de martini. Y cuando me cansaba de mirar a la gente, no podía evitar asomarme a las boutiques más selectas para dejarme seducir por las caprichosas formas, trabajadas a mano, del mejor cristal de bohemia. Es cierto que algunas de aquellas fruslerías conseguían apaciguar mi alma, pero su efecto sólo perduraba escasas horas.
Me dirigía al hotel cargada con mis compras cuando el tacón de mi zapato izquierdo se encalló entre las incómodas baldosas del suelo de Praga. Uno de los traviesos duendes a los que tanto les gustaba importunarme estaba haciendo de las suyas otra vez. Estiré con todas mis fuerzas para liberarme y, tras escuchar un chasquido, salí despedida hacia atrás. Conseguí mantener el equilibrio de puro milagro, pero el tacón se había roto. Los ojos se me inundaron de lágrimas.
Fue entonces cuando una ráfaga de aire se llevó mi pamela. En cierta forma me resultó lógico, puesto que cualquiera la querría para sí. Se trataba de un refinado modelo que había comprado en una de mis tiendas predilectas de Londres. Sin embargo, ¡era mía y no pensaba permitir que ningún duende perverso me la arrebatara! Cojeando, corrí tras ella tan rápido como pude. Al final me detuve, exhausta, y cuando volví a mirar contemplé horrorizada cómo se inmolaba lanzándose a las aguas del río Moldaba. No me lo podía creer. Sin ella me sentía completamente desnuda, y una catarata de inseguridad se abalanzó sobre mí como una fiera despiadada. Absolutamente desolada por la pérdida, me cubrí la cabeza con la mano libre y me fui cojeando lentamente.
Decididamente, era víctima de alguna suerte de complot maligno y retorcido.
Indudablemente vuestra,
Pamela
Etiquetas: Mi vida
lunes, mayo 26, 2008 11:39:00 a. m.
¡Mi querida niña!
Siento haberme demorado tanto en retomar las dulces líneas de tu diario, pero la verdad es que un desafortunado incidente me ha tenido apartada de las teclas de los ordenadores por estos días.
Recordaras que gracias a ti y tus palabras la última vez que te escribí lo hice transgrediendo algunas de las reglas que tan absurdamente imponen en este lugar. Pues bien, al volver a mi habitación una de las enfermeras se tropezó conmigo al salir del aula de ordenadores. Esta me riñó severamente y me acompañó a mi habitación.
A la mañana siguiente la directora del centro, un verdadero ogro, me estaba esperando en su despacho con una reprimenda bien estipulada y pensada. No me quedo más remedio que asentir sus recriminaciones y aceptar el castigo impuesto, no volver a la sala de ordenadores durante un mes.
Un castigo que a mi modo de ver era un castigo excesivo, ya que me privaba del nuevo universo que acabo de descubrir así como de la generosa luz de mi estrella polar particular.
Pero hoy Aritz se ha presentado con un regalo que poco me era de esperar.
Su madre Itziar era mi ama de llaves, una mujer que gozaba de toda y mi entera confianza y que cuidaba de la villa de Bilbao en todas mis ausencias hasta que por desgracia falleció de una infección muy extraña cuado Aritz era muy joven. Su padre Xose se encargaba del jardín, de arreglar todo lo que se estropeaba en la casa, así como de ser mi chofer privado en cuanto lo necesitaba.
La verdad es que es que Xose era muy completo, y supo sacar a su hijo adelante. Aritz fue la alegría de la villa, verle juguetear, verle correr por aquellos prados verdes me recuerda muchos momentos felices de tiempos pasados… Ver aquella sonrisa grácil y fina en agradecimiento a mis pastas danesas que tanto le gustaban, sobretodo cuando les ponía un exceso de mantequilla, a él le encantaban y aquella sonrisa era un premio que yo con un enorme gozo recibía.
Ahora Aritz es un hombre apuesto y gentil, un abogado hecho y derecho… Supo aprovechar muy bien la oportunidad de estudiar en la universidad que le ofrecí y si todo sale bien pronto fundara su propio bufete aquí en Bilbao.
Perdona mi niña, pero me resulta tal placer poder hablar de este chiquillo que enseguida me pierdo por las ramas… es que solo cierro los ojos y le veo aún correr, saltar y brincar por la villa cuando de aquí poco más de un mes llegará su tercer decenio, la verdad es que me cuesta creer.
La cuestión es que este sábado Aritz se acercó por la residencia a verme. Suele hacerlo una vez al mes, es un chico muy atento, y yo como siempre le tenía preparada su bandeja de pastas Danesas (con exceso de mantequilla) para él. Estuvimos charlado y conversando durante horas y también le comenté el pequeño incidente que me ha apartado de las teclas hasta que esta mañana se ha presentado sin previó aviso en la residencia.
Me ha sorprendido su entrada y me ha dado mucha rabia no poder ofrecerle ninguno de mis postres, pero su visita tenia un objetivo claro y decisivo, darme un regalo. Una caja un poco grande y pesada, pero cuando la he abierto una pequeña lagrima ha brotado de cada uno de mis ojos.
Era un ordenador, uno de estos que se cierran, portátil creo que me ha dicho que se llaman. Como él me ha dicho esta será mi puerta exclusiva y personal para entrar al universo por el que tanto me gusta navegar. Solo tengo que conectar un pequeño aparato a una de las clavijas del lateral y ya puedo entrar en Internet sin cables y sin nada más. La verdad es que la tecnología avanza a unas velocidades que a mi edad es difícil de asimilar.
Le he dado el mayor de mis besos y le agradecido su estupendo regalo, me ha acompañado a mi habitación y me ha enseñado el funcionamiento del aparato, me lo ha explicado tan bien que creo haberlo entendido todo y mientras empezaba a escribir estas líneas se ha despedido hasta que nos volvamos a vernos el mes que viene. La verdad es que este chico es todo un primor.
Ay mi pequeña, estoy llena de satisfacción y buenos sentimientos en estos momentos, y me encantaría poder transmitirte parte ellos, así seguro que este aura, esta ilusión, este sentimiento ahuyentarían de tu alrededor esos incordiosos duendes perversos que dices que te rodean.
Sea como sea, no puedes permitir que te venzan, quizás te hayan roto el tacón de tu zapato, quizás se hayan llevado tu estimada pamela, pero nunca podrán llevarte a ti ni a tu ser, tu esencia, porque tu esencia es lo que más valoro, algo mas valioso que el oro, mas brillante que los diamantes tallados. Si intentan hacerte desdichada no lo permitas, se fuerte y seguro los vencerás.
En cuanto a esa parte que no te gusta de ti misma, esa parte que ha brotado sin control, yo de ti no intentaría desecharla, te ha salvado esta vez, quizás te puso en peligro, pero te salvó y quien sabe cuando te puede volver a salvar? Mi consejo es que la estudies, que aprendas de ella, y lo más importante que aprendas a controlarla y domesticarla para usarla en los momentos más apropiados. Algo así siempre puede resultar extremadamente útil, créeme.
Bueno mi pequeña, te dejo por hoy que tengo otras cosas que atender. No sin antes desearte unos dulces y enriquecedores sueños. Olvida a esa Samantha, o incluso mejor vuelve a verla pero actúa con tu mejor sonrisa y satisfacción, quizás tu buen comportamiento hacia ella haciéndole ver que lo sabes todo puede ser de lo más frustrante para ella y de lo más enriquecedor para ti.
Así que descansa y no vuelvas a tener esas horrendas pesadillas, y si me permites la indiscreción antes de acostarte un buen baso de leche infusionado con un poco de Melissa y Pasiflora. Ya veras que es mano de santo.
Con todo mi afecto, La Marquesa.