Cóctel: French Connection
martes, mayo 20
Queridos amigos virtuales,
El French Connection –o Conexión Francesa, como se diría en castellano, aunque, desde luego, no suene igual de glamouroso– es un cóctel que se prepara a base de amaretto y coñac.
El amaretto es un licor cuya receta nació el año 1525 en Saronno, Italia, y que se ha mantenido prácticamente inalterada con el paso de los siglos, manteniendo su sabor original. Cuenta la leyenda que Bernardino Luini, un artista italiano del Renacimiento, recibió el encargo de pintar una serie de frescos para el Santuario della Beata Vergine dei Miracoli, en Saronno, y que para pintar algunos de ellos usó como modelo a la bella mesonera del hospicio en el que se alojaba. Dicen que ella, como muestra de agradecimiento, preparó para el artista un regalo sencillo: un licor de color ámbar, fragante y delicado, que había hecho macerando en brandy almendras amargas con azúcar moreno y otras hierbas. Realidad o fantasía, queridos, los frescos pueden contemplarse hoy en día en la iglesia de Saronno. Desde entonces el licor significó afecto y amistad, y se hizo popular rápidamente. Pero no se comercializó hasta finales del siglo XVIII, cuando Domenico Reina –un comerciante de Saronno– creó una receta basada en la de la mesonera y la vendió como Amaretto di Saronno, que después acabaría por llamarse Disaronno Originale. La familia Reina ha guardado celosamente esa fórmula secreta durante generaciones, hasta nuestros días, y aún continúa produciendo su Amaretto en el corazón de Saronno bajo la supervisión de Augusto Reina. Actualmente su marca de amaretto es la más popular en todo el mundo.
El coñac es el brandy más conocido del mundo. Originario de la ciudad francesa de Cognac, se elabora a partir de vinos producidos a base de determinadas cepas de uva blanca que se cultivan en esa ciudad, y que deben su especial sabor al suelo, rico en piedra caliza. Para producir cognac es necesario destilar dos veces dicho vino, hasta obtener un espíritu incoloro llamado eau-de-vie –agua de vida– que se deja envejecer como mínimo dos años en barriles de roble. Tras ese tiempo, el líquido ya reúne las condiciones necesarias para denominarse cognac, claro que, para ser considerado un prestigioso coñac, debe envejecer durante decenios, queridos. Por ejemplo, a finales del 2007, una botella de coñac Luis XIII Perla Negra, la última de una serie limitada de 786 botellas de la marca Rémy Martin, fue subastada en Praga por el escandaloso precio de 12.857 euros, aunque en Japón llegó incluso a costar 62.000. Este coñac procedía de un barril, de más de 100 años de antigüedad, de la reserva privada de la familia Rémy Martin.
Y os preguntaréis, queridos, por qué os estoy contando todas estas historias sobre estirpes familiares y fórmulas secretas de antiguos licores –a parte de porque resulta increíblemente interesante, claro está–. ¡Ahá! Eso mismo le pregunté yo a Alessandro. Enseguida lo entenderéis, porque todo está relacionado.
La conexión francesa fue el nombre de una de las mayores redes de narcotráfico de la historia, que tuvo su apogeo en los años 60 y 70 y se dedicaba a introducir heroína en Estados Unidos desde Turquía pasando por Europa –principalmente a través de Francia–. La trama estaba dirigida por las mafias, en especial por varios capos de la mafia francesa e italiana. En efecto, queridos, ése es el motivo por el que este cóctel se llama French Connection, porque se hace con un licor italiano y otro francés, al igual que los gángsters que formaban la conexión francesa.
- 1/2 parte de coñac [3.5cl.]
- 1/2 parte de amaretto [3.5cl.]
- Un rayo de carácter
- Adorno: ninguno
- Cristalería: old fashioned glass
- Tomar: después de comer
Mezclar los ingredientes directamente en un vaso old fashioned con cubitos de hielo y agitar con suavidad. Ideal cuando emerge la investigadora privada que llevas dentro.
El French Connection –o Conexión Francesa, como se diría en castellano, aunque, desde luego, no suene igual de glamouroso– es un cóctel que se prepara a base de amaretto y coñac.
El amaretto es un licor cuya receta nació el año 1525 en Saronno, Italia, y que se ha mantenido prácticamente inalterada con el paso de los siglos, manteniendo su sabor original. Cuenta la leyenda que Bernardino Luini, un artista italiano del Renacimiento, recibió el encargo de pintar una serie de frescos para el Santuario della Beata Vergine dei Miracoli, en Saronno, y que para pintar algunos de ellos usó como modelo a la bella mesonera del hospicio en el que se alojaba. Dicen que ella, como muestra de agradecimiento, preparó para el artista un regalo sencillo: un licor de color ámbar, fragante y delicado, que había hecho macerando en brandy almendras amargas con azúcar moreno y otras hierbas. Realidad o fantasía, queridos, los frescos pueden contemplarse hoy en día en la iglesia de Saronno. Desde entonces el licor significó afecto y amistad, y se hizo popular rápidamente. Pero no se comercializó hasta finales del siglo XVIII, cuando Domenico Reina –un comerciante de Saronno– creó una receta basada en la de la mesonera y la vendió como Amaretto di Saronno, que después acabaría por llamarse Disaronno Originale. La familia Reina ha guardado celosamente esa fórmula secreta durante generaciones, hasta nuestros días, y aún continúa produciendo su Amaretto en el corazón de Saronno bajo la supervisión de Augusto Reina. Actualmente su marca de amaretto es la más popular en todo el mundo.
El coñac es el brandy más conocido del mundo. Originario de la ciudad francesa de Cognac, se elabora a partir de vinos producidos a base de determinadas cepas de uva blanca que se cultivan en esa ciudad, y que deben su especial sabor al suelo, rico en piedra caliza. Para producir cognac es necesario destilar dos veces dicho vino, hasta obtener un espíritu incoloro llamado eau-de-vie –agua de vida– que se deja envejecer como mínimo dos años en barriles de roble. Tras ese tiempo, el líquido ya reúne las condiciones necesarias para denominarse cognac, claro que, para ser considerado un prestigioso coñac, debe envejecer durante decenios, queridos. Por ejemplo, a finales del 2007, una botella de coñac Luis XIII Perla Negra, la última de una serie limitada de 786 botellas de la marca Rémy Martin, fue subastada en Praga por el escandaloso precio de 12.857 euros, aunque en Japón llegó incluso a costar 62.000. Este coñac procedía de un barril, de más de 100 años de antigüedad, de la reserva privada de la familia Rémy Martin.
Y os preguntaréis, queridos, por qué os estoy contando todas estas historias sobre estirpes familiares y fórmulas secretas de antiguos licores –a parte de porque resulta increíblemente interesante, claro está–. ¡Ahá! Eso mismo le pregunté yo a Alessandro. Enseguida lo entenderéis, porque todo está relacionado.
La conexión francesa fue el nombre de una de las mayores redes de narcotráfico de la historia, que tuvo su apogeo en los años 60 y 70 y se dedicaba a introducir heroína en Estados Unidos desde Turquía pasando por Europa –principalmente a través de Francia–. La trama estaba dirigida por las mafias, en especial por varios capos de la mafia francesa e italiana. En efecto, queridos, ése es el motivo por el que este cóctel se llama French Connection, porque se hace con un licor italiano y otro francés, al igual que los gángsters que formaban la conexión francesa.
- 1/2 parte de coñac [3.5cl.]
- 1/2 parte de amaretto [3.5cl.]
- Un rayo de carácter
- Adorno: ninguno
- Cristalería: old fashioned glass
- Tomar: después de comer
Mezclar los ingredientes directamente en un vaso old fashioned con cubitos de hielo y agitar con suavidad. Ideal cuando emerge la investigadora privada que llevas dentro.
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