El aroma de la vida

viernes, junio 13


Queridos amigos virtuales,

Estaba muy preocupada porque había descubierto que era invisible para los hombres. Ya no les atraía sexualmente. ¡Oh, mundo cruel! Desde que me había marchado a la mansión mi sex-appeal parecía haberse volatilizado como por arte de magia, como un aroma que pasa de largo con el viento. ¿Me habría privado de su gracia la diosa del deseo? ¿Habría llegado al otoño la rosa secreta que había en mi corazón? Si así era, estaba decidida a descubrirlo y nada podría detenerme.

Ya atardecía cuando entré en mi habitación y abrí los cajones de la cómoda para desplegar mis mejores picardías sobre la cama. Mariposas de seda que aleteaban únicamente para mí. Desesperada, me los probé uno tras otro hasta dar con el que me pareció adecuado para lo que me proponía. Sobre el cuello deslicé una gargantilla de rubíes que hacía juego con mi tono de labios, los cuales sólo abrillanté con un ligero gloss transparente de sabor a fresas silvestres. En las orejas coloqué unos largos pendientes que acentuaban la línea perfecta de mi cuello. Para los pies, unos zapatos con tacones sobre los que el vértigo amenazaba con sacudirme, adornados con lazos carmesí.

Esperé sentada sobre las sábanas, temblando de nervios ante las agujas del tiempo. Al fin, el sonido de unos pasos se dibujaron en el aire. Procuré poner una pose casual, jugando con un mechón de pelo entre los labios como si pensara en los graves problemas del mundo de hoy.

– Creía que ya te habías acostado –dijo Christopher.
– Oh, no. Estaba aquí, pensando –repliqué distraídamente, mirándome en el espejo.
– ¿Ah, sí? En qué pensabas, cuéntame –se interesó mientras entraba en la habitación con paso tranquilo y se sentaba a mi lado.
– Pues pensaba en... –¡No sabia qué responder, queridos! No había previsto aquella pregunta, así que tuve que improvisar. Lo más importante era que los nervios no asomaran sus pequeños deditos sobre mi cara.
– ¿Sí? –insistió.
– Pensaba en lo rápidos que pasan los días. Recuerdo que cuando era pequeña los meses se hacían eternos y la vida parecía infinita. Cuando jugaba con mi Barbie Malibú todo parecía tan sencillo...
– Sí, es verdad –rió. Su risa era maravillosa–. Creo que le pasa a todo el mundo. ¿Así que jugabas con la Barbie? Debías ser adorable de pequeñita.
– Oh, sí, encantadora –comenté con sarcasmo–. Tenía el tamaño de un gorila.
– ¿En serio?
– Sí, tenías que haberme visto. No había niña más grande que yo. La Barbie debía parecer una liliputiense en mis manos.
– Pobrecita Barbie –Christopher soltó una risotada ante la idea.
– Sí. ¿Sabes qué hacíamos Claire y yo a los diez años? Bueno, con Barbie y su novio Ken. Tenían citas imaginarias en las que la llevaba a cenar a un restaurante romántico y luego, cuando la traía en su descapotable rosa, ¡los hacíamos fornicar! ¿Te lo puedes creer? Por favor, si no teníamos ni idea. Debía ser cosa de mi vecina Claire, porque ella era mayor que yo –confesé, prácticamente hablando conmigo misma. Cuando me di cuenta de lo que había dicho se me erizaron las comisuras de los labios. ¿Por qué había dicho eso? ¡Qué desastre!
– ¿De verdad? –Christopher estalló en carcajadas, para mi alivio–. ¡Qué mentes tan calenturientas para unas niñas! –bostezó.
– Sí. Qué aberrante, o sea, ¿no?
– Creo que voy a acostarme –indicó al bostezar de nuevo. Después me colocó un mechón de pelo tras la oreja. Pero no era el gesto que hace un hombre a una mujer, sino el que podría hacer un hermano–. Estoy cansado. ¿Quieres que te lleve por la mañana a algún sitio?
– No, querido –negué con la cabeza. La magia del momento se desvaneció, convirtiéndonos otra vez en jefa y empleado.
– Muy bien –indicó mientras salía de la habitación.
– Por cierto, Christopher.
– ¿Sí?
– Gracias.
– ¿Por qué? –inquirió sorprendido.
– Por quedarte conmigo en casa para que no estuviera sola.
– De nada, es un placer. Además, a mí tampoco me entusiasma estar solo en casa.
– Gracias igualmente.
– No hay de qué –sonrió–. Hasta mañana.

Estaba claro que, si alguna vez las había tenido, mis dotes de seducción se habían ido a relajarse muy lejos. Aún así, no estaba triste. Un pequeño tulipán floreció de repente en mi interior ante la certeza de que la luz de un nuevo día traería consigo el fresco aroma de la vida.

Siempre vuestra,
Pamela

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Diamantes... 6

  1. Escrito por Blogger Fabiola

    sábado, mayo 30, 2009 11:13:00 p. m.

    Cariño, no te preocupes que una nunca pierde ese toke de sensualidad y coketeo...

     
  1. Escrito por Anonymous Pamela

    lunes, junio 01, 2009 3:34:00 p. m.

    Querida Fabiola,

    Así lo espero, querida, así lo espero. No quiero quedarme sola y mustiarme cual tulipán que no recibe la caricia de la lluvia y del viento.

    Siempre tuya,
    Pamela

     
  1. Escrito por Anonymous Anónimo

    viernes, junio 05, 2009 12:13:00 a. m.

    Orujo de hiervas

    Pero como que no se pierde ese toque pues claro que se pierde que me lo diga a mi, nadie se me acerca, cosa que no entiendo me ducho una vez al mes y voy a los chinos a comprar desodorante que mas puedo hacer

     
  1. Escrito por Anonymous Pamela

    viernes, junio 05, 2009 11:44:00 a. m.

    Querido Orujo,

    No sufras más, pues tu problema tiene fácil solución. Lee mis palabras con atención, porque esta receta es cien por cien fiable. Primero hay que entrar en el baño, abrir el grifo de la bañera para que nuestra amiga, el agua, haga acto de presencia. Después hay que echar un buen chorro de espuma bien fragante y, cuando la bañera esté llena, hay que introducirse dentro. Repetir el proceso una vez al día, y no hay que olvidar frotar la piel con una esponja de Kalymnos.

    Siempre tuya, y jabonosa
    Pamela

     
  1. Escrito por Anonymous Anónimo

    viernes, junio 05, 2009 8:56:00 p. m.

    Orujo de hierbas

    Pero como voy ha yenar la vañera una vez al dia, estamos locos o que? que dira nuestra ministra de medio ambiente y el director del vanco cuando vea la factura, si me odias dimelo a la cara, pero querer que me de un infarto cuando vea la factura es de mala persona.
    No sirven con dos veces al mes?

     
  1. Escrito por Anonymous Pamela

    lunes, junio 08, 2009 10:58:00 a. m.

    Querido Orujo de hierbas,

    A falta de baños espumosos, siempre se puede recurrir a las duchas frescas y revitalizantes. Las que disponen de chorros de hidromasaje son una delicia para la musculatura.

    Siempre tuya,
    Pamela

     

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