Carta de James
sábado, julio 26
Querida Pamela,
Lo admito: te mentí. ¿Pero qué esperabas? Cuando te conocí en Praga no sabía si eras una loca que se dedicaba a romper parejas o sólo la damisela encantadora que parecías ser. No te traduje todo lo que dijo aquella mujer. ¡Y me besaste en un ascensor sin apenas conocerme! Reconoce que no daba la impresión de que estuvieras muy equilibrada. Por eso te dije que me llamaba James en lugar de decirte mi verdadero nombre. Luego una cosa llevó a la otra y, cuando me di cuenta, me había metido en mi propia trampa. ¡Perdóname! ¿No irás a condenarme a vivir sin tu presencia para siempre por eso, no? Venga, tienes que reconocer que no te lo pasas tan mal conmigo.
Has de saber que decidas lo que decidas yo estaré ahí para no acatarlo y echarle un poco de sal a tu vida. ¿Acaso crees que te librarás de mí tan fácilmente? No eres tan ilusa. ¡Seguro que no te das cuenta de lo hermosa que eres! ¿Quién estará ahí para recordártelo, sino yo? Pamela, anda, no seas tonta y pon un James en tu vida. Vale, está bien, no me llamo James, sino Valentino. Ése es mi verdadero nombre. Es un nombre italiano, ¿sabes? Soy italiano, y como buen romano no me rindo fácilmente.
No puedo prometerte nada porque, al fin al cabo, soy un hombre sencillo. No voy a engañarte: es verdad que tengo poco que ofrecer. Pero, si me dejas verte, puede que sea quién que te haga sonreír cuando estés triste o quién devuelva el brillo a tus ojos cuando las cosas no vayan bien. Además, no puedes desaparecer sin más después de darme un beso como el que me diste la última vez que te vi. ¡Ten piedad!
Empecemos de cero, ¿quieres? Me llamo Valentino, Valentino Pagliai. Encantado de volver a verte.
Un sincero beso de caballero en el dorso de tu mano,
James
Lo admito: te mentí. ¿Pero qué esperabas? Cuando te conocí en Praga no sabía si eras una loca que se dedicaba a romper parejas o sólo la damisela encantadora que parecías ser. No te traduje todo lo que dijo aquella mujer. ¡Y me besaste en un ascensor sin apenas conocerme! Reconoce que no daba la impresión de que estuvieras muy equilibrada. Por eso te dije que me llamaba James en lugar de decirte mi verdadero nombre. Luego una cosa llevó a la otra y, cuando me di cuenta, me había metido en mi propia trampa. ¡Perdóname! ¿No irás a condenarme a vivir sin tu presencia para siempre por eso, no? Venga, tienes que reconocer que no te lo pasas tan mal conmigo.
Has de saber que decidas lo que decidas yo estaré ahí para no acatarlo y echarle un poco de sal a tu vida. ¿Acaso crees que te librarás de mí tan fácilmente? No eres tan ilusa. ¡Seguro que no te das cuenta de lo hermosa que eres! ¿Quién estará ahí para recordártelo, sino yo? Pamela, anda, no seas tonta y pon un James en tu vida. Vale, está bien, no me llamo James, sino Valentino. Ése es mi verdadero nombre. Es un nombre italiano, ¿sabes? Soy italiano, y como buen romano no me rindo fácilmente.
No puedo prometerte nada porque, al fin al cabo, soy un hombre sencillo. No voy a engañarte: es verdad que tengo poco que ofrecer. Pero, si me dejas verte, puede que sea quién que te haga sonreír cuando estés triste o quién devuelva el brillo a tus ojos cuando las cosas no vayan bien. Además, no puedes desaparecer sin más después de darme un beso como el que me diste la última vez que te vi. ¡Ten piedad!
Empecemos de cero, ¿quieres? Me llamo Valentino, Valentino Pagliai. Encantado de volver a verte.
Un sincero beso de caballero en el dorso de tu mano,
James
Etiquetas: Mi vida
viernes, agosto 07, 2009 12:41:00 a. m.
Orujo de Hiervas
Pero se puede saber de donde sale tanto pringao? El limon de tu tequila, esto que es? No sabeis ser hombres de verdad?
Pamela vente conmigo al campo que seguro que conmigo se te quitan todas las tonterias, tu sabes lo bien que sienta un trago de vino tinto despues de la siega?
Deja a esos pelagatos y vente conmigo yo te hare sentir como una mujer de verdad.
P.D. Las burbujas de tu cava pringao que estamos en españa.