Cóctel: Martini de Fresa

jueves, marzo 1


Queridos amigos virtuales,

Como de costumbre, bajé a la sala de fiestas de mi hotel para meditar sobre todo lo que me había ocurrido últimamente y comentarlo con Alessandro, pues no sé cómo, pero de una u otra forma siempre consigue aclarar mis dudas con sus acertadas preguntas.

Por un lado pienso en la cuestión de mi alcurnia, un tema que no he conseguido esclarecer ni una pizca acudiendo a Ambrosio, y que late en el fondo de mis pensamientos burbujeando como una bebida gaseosa. Sé cuál es el próximo paso que debo dar con mi cola de sirena a través de este sendero turbulento, pero queridos, temo tanto darlo, pues deberé enfrentarme al pasado y a antiguos demonios harto olvidados, como Ulises en su odisea. Linus no deja de llamarme para preguntarme al respecto e intentar que tengamos una cita, pues teme que no sepa afrontar este tema y caiga en depresión como este verano. Se pone tan pesado cuando quiere, queridos, pero se lo permito porque se preocupa por mí, y que un hombre apuesto como él se preocupe por una dama como yo es algo nunca despreciable, desde luego.

Por otro lado pienso en mi querido admirador secreto. Dos misivas anónimas ha conseguido ya introducir en mi bolso sin que me dé cuenta —lo cual admiro profundamente porque tiene la habilidad de un ladrón de guante blanco, y me hace preguntarme si será él quién conseguirá robar el diamante de mi corazón— pero eso quiere decir que, a la fuerza, tiene que pertenecer a mi entorno más cercano... pero, ¿quién puede ser?, ¿quién?, ¿Christopher?, ¿Michael? Aún no he lucido el anillo porque esperaba a que se me ocurriera algo, pero creo que ha llegado la hora de cegar a mis queridos sospechosos con su brillo adiamantado.

Tras meditar lo que tuvo que ser meditado, Alessandro se dispuso a deleitar a mi paladar con algo dulce. Con presteza digna de la más aguerrida de las amazonas, empuñé mi estilográfica y garabateé en el papel, atenta a cualquier movimiento. El cóctel que iba a preparar no tenía historia esta vez, aunque no por ello era menos especial.

El martini de fresa —o strawberry martini, como lo llaman en los locales exclusivos— se solicita en numerosas barras de todos los bares y coctelerías del mundo, sobretodo damiselas cuyo delicado paladar no agradece los combinados fuertes. Su combinación dulce y afrutada acariciada por un toque de acidez da un sabor único al líquido rojo glamouroso que viste la copa de martini.

Martini de Fresa- 2/3 partes de ginebra
- 1/3 parte de licor de fresas
- Una cucharada de vermut seco
- Un chorro de zumo de lima
- Azúcar
- Una fresa
- Una chispa de ternura
- Adorno: fresa
- Cristalería: copa de martini

Para escarchar la copa se debe pasar un trozo de fresa por el borde de la misma e inmediatamente después pasarla por un platito con azúcar, de forma que éste se quede adherido. Mezclar la ginebra, el licor de fresa, el vermut seco y el zumo de lima en una coctelera con hielo y agitar durante un eterno minuto para después dejar reposar la mezcla medio minuto más. Verter el contenido en la copa y colocar una fresa recién cogida en el borde haciéndole un pequeño corte. Ideal para saborear la dulzura de la vida...

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Diamantes... 6

  1. Escrito por Anonymous Anónimo

    viernes, marzo 02, 2007 10:13:00 a. m.

    Querida Pamela:

    Me tienes intrigado, como así debes estarlo tú por lo de tu admirador secreto. Me parece una excelente idea que uses el anillo para observar las reacciones de los posibles candidatos. Los hombre, en su mayoría, solemos ser bastante predecibles y poco hábiles para ocultar reacciones, y mucho menos a tus ojos expertos.

    Respecto a tu linaje me resulta poco relevante al ver que eres una dama con estilo, glamour y un savoir fere como no había visto antes. De ahí que tengas mi admiración y respeto.

    Ya nos irás contando que vas descubriendo.

    Saludos cordiales

     
  1. Escrito por Anonymous Anónimo

    viernes, marzo 02, 2007 10:31:00 a. m.

    Querido Timeshock,

    Tener intrigado a un hombre de tu altura intelectual es algo que satisface mi ego de una forma indescriptible, incluso me ha temblado la copa en la mano durante un momento cuando lo leía.

    Aún no sé bien qué haré con el anillo, pero estoy completamente convencida de que algo se me ocurrirá, algo brillante como su luz. Aunque debo discrepar de que los hombres sean mayormente predecibles y poco hábiles, o quizá las probabilidades juegan en contra en mi caso, a mi alrededor. Querido, dudo mucho de que seas poco hábil en las cosas que mencionas... me reitero en que se te ve muy inteligente.

    Gracias de nuevo por todas las palabras que me lanzas como flechas con punta de corazón. Atraviesan mi corazón como un suspiro...

    Eternamente tuya,
    Pamela

     
  1. Escrito por Anonymous Anónimo

    viernes, marzo 02, 2007 4:11:00 p. m.

    Mmmm mmm, que cóctel tan delicioso. Me lo he imprimido para tenero siempre forever enever, lo pienso hacer algún día de mi vida, si puede ser en algún momento especial ( aunque en la vida cada momento es especial, así que me lo haré cuando me venga de gusto ). Muy, muy, muy bonito visualmente también...

     
  1. Escrito por Blogger Marta

    martes, marzo 06, 2007 5:13:00 p. m.

    Estimada Pamela.

    Hacía días que no podía dedicar un tiempo a tu blog. Y digo un tiempo porque no me gusta leer de prisa tus reflexiones y perderme ninguno de tus glamurosos y exquisitos detalles. La receta del MArtini de fresa me ha venido al pelo, justo lo que necesitaba este fin de semana, en que una fiestecita-coctail con mis amigas es lo que más deseo, ya sabes, para eso de olvidar a los hombres y las penas...
    He escrito una entrada en mi blog que te gustará creo, se basa en Sexo en Nueva York, me siento un poco Carrie...

    Sigue como siempre.

    Un beso

     
  1. Escrito por Anonymous Anónimo

    martes, marzo 06, 2007 8:44:00 p. m.

    Querida Marta,

    Sin duda tu escrito me ha perforado el corazón como dícen que perfora la "bala de plata" -o dry martini- el estómago. Y sin duda no careces de una gran dosis de razón. En mi humilde opinión, o sea, la opinión de alguien que está completamente acostumbrada a que una serie de extrañas casualidades le persigan por donde quiera que vaya como si alguien intentara jugar al ajedred con las personas que se mueven por mi vida, es que dichas casualidades están ahí sin más motivo que el que uno le quiera dar, para hacer la vida emocionante, porque las pequeñas emociones son tan poderosas como uno de los más fuertes super héroes.

    Pero querida, otra vez, no esperes a que el chico endiabladamente -que maravillosa palabra, querida- guapo del metro te mire, tienta tú al destino y ponte a hablar con él con cualquier excusa que salga de tu polvera en ese momento. Porque la que sabe que tiene el poder de ser activa, la que sabe que puede cambiar las cosas por el mero hecho de estirar los dedos y coger algo que está al alcance de sus uñas perfectas, esa persona, tiene un gran poder, y puede dominar el efecto mariposa de la vida lanzando por doquier millones de pequeñas semillas cuya gran parte germinarán, volviendo en forma de imprevisibles consecuencias que llegarán por cualquier flanco, y si estás alerta podrás disfrutar de ellas de la forma en que puedas, querida. Y si la manzana se cae del árbol, no debes dudar ni un segundo en darle los mordiscos que se te permitan, porque nunca sabes cúanto tiempo las líneas estarán cruzadas para volver a separarse. No dudes, lánzate sin miedo, lo peor que podría pasar es que ese guapo chico del metro no te siga la conversación o que, en el peor de los casos, sea gay. Aunque en cualquiera de los casos tú habrás producido un cambio en ti, el de quedarte satisfecha en el más profundo de tus deseos conociendo el final de ese camino en concreto.

    Siempre tuya, e ilusionada de que hayas visitado mi diario íntimo y personal
    Pamela

     
  1. Escrito por Anonymous Anónimo

    martes, marzo 06, 2007 8:47:00 p. m.

    Querida Núria,

    Me congratula que te guste el cóctel de Alessandro, estoy de acuerdo en que es visualmente impactante, entran unas ganas irrefrenables de hincar el diente en esa fresa que corona la copa cual princesa de cuento esperando a que llegue su príncipe para el beso de amor verdadero que la propulsará a las ansiadas alturas.

    Siempre tuya,
    Pamela

     

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